EL TEMPORAL DE 1.949
El mar tiene infinitas caras, en verano desde la playa lo percibimos en su aspecto más tranquilo relajante y apacible. Pero no debemos confiarnos…solo es una de sus máscaras, de la que se puede desprender en apenas un instante para mostrarnos su verdadero rostro, viejo, surcado de arrugas y cicatrices, blanco de espumas sobre un gris de plomo, atronador, insensible a nuestras penalidades, no perdona nuestra soberbia de creernos que controlamos, que manejamos, que dominamos.
No hay misericordia ninguna para los que le ofendieron, ni para los que menospreciaron su poder, no hay escollera que le detenga, no hay buque que le resista, ni puerto que nos resguarde frente a su furia desatada.
Con frialdad inmutable, golpea, destruye, arrasa.
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